Gabriela Lazcano es una mujer que se mete en el papel de los artistas para poder desarrollar la visión de ell@s, de este modo recrea los escenarios con las mejores imágenes de manera estratégica, en los lugares menos pensados de los escenarios, este arte lo denominan VJ. Colaboradora de grandes espectáculos, junto a Anita Tijoux, la agrupación Congreso, por nombrar a algunos, hoy nos comparte algo de su experiencia artística.
¿Cuáles son tus recuerdos e inicios, cuando te empiezas a identificar con el arte visual?
Desde chica me interesó la fotografía, a los 14 años empecé a revelar fotografías en blanco y negro en un cuarto oscuro que armé en mi casa, desde ese tiempo me fasciné con las imágenes. Me gustaba mucho también ir a ver grupos en vivo, pero siempre sentí que era necesario innovar un poco en la puesta en escena. Me acuerdo que mis primeras intervenciones eran con los grupos de música donde tocaba mi hermano, siempre terminaba metiendo la cuchara con respecto a la decoración del escenario y algunas veces intervine en algunos conciertos de ellos con un proyector de diapositivas. Ya en la universidad realicé unas de las primeras intervenciones en vivo con videos en una puesta en escena interdisciplinar con ese mismo grupo musical que se llamaba La Comarca.
¿Estudiaste algo relacionado con el trabajo audiovisual, existió algún mentor, o más bien fue algo circunstancial?
Entré a Licenciatura en artes en la Universidad de Chile por que esa carrera tenía la mención de fotografía que era lo que más me gustaba en ese tiempo y quise aprender más de aquello, pero con un enfoque artístico más que solo técnico. En los últimos años de la carrera comencé a experimentar dándole movimiento a las fotografías con editores de video, también me di cuenta que el arte para galerías y museos no era lo mío, me atraía mucho más trabajar con grupos de personas de distintas áreas. Empecé realizando registros para compañías de danza, teatro y grupos musicales. Siempre he sido muy melómana y por distintas circunstancias conocí a muchos músicos con los que empecé a hacer trabajos primero de registro y después de intervención visual para las puestas en escena.
¿Cómo llegaste a desarrollar tu carrera como tal, en qué momento te das cuenta que estas aportando con tu arte visual y haciendo crecer estos mega espectáculos? ¿Alguna vez pensaste que serías parte fundamental de un equipo de producción, ya sea en lo musical o teatral?
Uno de los primeros grupos con los que empecé a experimentar realizando proyecciones en los conciertos fue Akinetón Retard, un grupo de música experimental con el que desarrollamos proyectos bien interesantes, al principio utilizando cámaras digitales en forma bien precaria, haciendo circuito cerrado con efectos y haciendo videos interactivos en los shows hasta que producto de un fondart de creación que realizamos con Cristián Bidart, el baterista y uno de los compositores del grupo, pude equiparme y desde ese momento entré de lleno a la edición en vivo. Ese proyecto se llamaba “Sentido común” consistía en la interacción de imágenes y video en vivo, habían momento de improvisación de música y también de video. En el año 2007 viajamos a Japón y presentamos ese proyecto el que terminó siendo editado allá en formato DVD.
Al año siguiente el grupo Juana Fé me invitó a participar en su equipo como visualista, en ese tiempo ellos estaban preparando su primer show en el festival de Olmué, trabajé con ellos cerca de 5 años. En uno de los conciertos conocí a Ana Tijoux, le gustó mi trabajo y me invitó a ser parte de su staff, de esa forma fui conociendo a muchos músicos y productores que les ha gustado mi trabajo y me llaman a participar en proyectos o formar parte de sus equipos. Así fue creciendo mi trabajo como visualista. También el hecho de haber participado en el centro de extensión de la Fech en la época que estaba en la facultad de artes hizo que conociera a varios bailarines y actores con los que también he trabajado en algunos montajes. Ahí también conocí a la coreógrafa Natalia Sabat, gran amiga con la que he trabajado en unas 5 obras como parte del colectivo Materia Prima.
En realidad todo se fue dando a partir de los trabajos que hice y que llamaron la atención de otros que después me contactaron para trabajar con ellos. No pensé que iba a terminar trabajando con tanta gente que admiro, como el grupo Congreso, desde chica los sigo junto a mi hermano, fue muy emocionante cuando me vi trabajando con ellos.
Sabemos muy bien que, hasta ahora nunca ha existido una garantía de estado en el mundo artístico de nuestro país, por ende y a raíz de esta pandemia quedó más que claro… ¿Cómo has podido sobrellevar todo este huracán junto a tu familia? Sientes que todo esto y a pesar que ha sido muy doloroso, sobre todo por las personas que nos han dejado, tiene algo positivo, internamente hablando.
Claramente esta pandemia dejó en claro que no existe una política cultural seria. Ni siquiera un conocimiento real de lo que significa la cultura en este país, lo que es muy decepcionante. Y me duele ver la realidad que están viviendo los trabajadores del arte, sobre todo quienes están detrás de los escenarios.
Yo he tenido la suerte de no haber quedado completamente cesante en estos tiempos de pandemia ya que, además del trabajo artístico en espectáculos, realizo clases de fotografía y video en la escuela de pedagogía en artes de la Universidad Católica Silva Henríquez y esa labor es tremendamente significativa para mí y le he puesto toda mi energía este último tiempo.
En lo artístico también tuve la suerte de trabajar en algunos proyectos.
El año pasado fui invitada a trabajar en el festival de música Imesur, junto a un equipo maravilloso, ahí tuve que crear la continuidad del festival en versión online, además de dirigir y montar las presentaciones de los 12 grupos participantes, para eso nos la jugamos por una propuesta original que rompiera con la nostalgia de la ausencia de las bandas en los teatros, una propuesta audiovisual que permitiera al espectador subirse al escenario y recorrer la escena a través del ojo de la cámara. Quedamos super satisfechos con el resultado, a mí me encantó ese trabajo. También he realizado varias colaboraciones con músicos como Nano Stern, Congreso y Magdalena Matthey haciendo video lyrics y ediciones de conciertos online.
Claramente este año y medio de pandemia ha sido muy complicado, he sido testigo del drama que ha significado para muchos de los estudiantes a los que le hago clases y he sufrido la pérdida de conocidos y de una gran amiga. Si tuviera que rescatar algo positivo de esto podría hablar del desafío que significa aprender a utilizar correctamente los medios digitales como un instrumento para la organización social, difusión y comunicación en general. En el ámbito de la educación se han creado muchas herramientas que quedaran como un complemento necesario para las metodologías a futuro. Es lo único positivo que se me ocurre en este momento porque en realidad todo esto ha sido muy duro sobre todo con un gobierno tan desastroso.
(Fotografías de algunos de tus montajes)
Para finalizar tu conversación, coméntanos Gabriela en qué estás en estos momentos, ¿alguna sorpresa artística que podamos ver o que esté pronto a llegar?
El segundo semestre se me viene con harta actividad, me invitaron a participar en tres proyectos que me tienen bien entusiasmada. Uno de ellos es una colaboración para una instalación de la escultora Angela Ramírez que se realizará en el MAC, estoy preparando dos videos que serán parte de su obra. Por otro lado, Martín Erazo hace poco me invitó a participar en la obra en proceso de creación que está dirigiendo “Cauri Pacsa, los Niños y el Plomo”, en este proyecto interdisciplinario también participan Joe Vasconcellos, el Macha y el artista visual Norton Maza. Y por último, también estoy participando en un proyecto que busca posicionar el territorio paleoarqueológico astrofísico Pilauco (Osorno). Este proyecto en un principio se planteó como un espectáculo multidisciplinar, pero producto de la pandemia se adaptó a la creación de un cortometraje donde aportaré con ilustraciones animadas.